domingo, 8 de septiembre de 2013

Aliento de vida. Final.

Abrió los ojos y se empujó con todo su ímpetu hacia la superficie, para evitar que sus pulmones se llenaran de agua.
Conteniendo la respiración, avanzó por las profundidades y, aunque no estaba seguro de que podría llegar, lo hizo.
Sacó la cabeza e inhaló con todas sus fuerzas. Su cuerpo agradeció la oxigenación repentina.
Era consciente de que debía salir del cauce o a saber a dónde le llevaría la corriente. Pero para ello, tendría que nadar perpendicularmente al empuje del agua y, por mucho que lo intentara, no podía evitar que le venciese aquel coloso de la naturaleza.
Recordó que, siendo un ángel, podía probar a batir las alas y volar. Al hacerlo, descubrió que unas plumas mojadas no son especialmente propicias para el despegue.
Empezaba a pensar en rendirse.
«Quizás la corriente me lleve a alguna playa tranquila», pensó.
Miró hacia el horizonte para vislumbrar dónde acababa aquello y cayó en la cuenta de que había pecado de optimista.
Ante sus ojos, se encontraba una cascada y, por el sonido, se podía deducir que era un salto formidable. Aquello explicaba el ruido de fondo que llevaba oyendo hacía unos minutos, pero, entonces, no lo había relacionado con peligro.
Empezó a nadar, ahora con renovado ánimo, pues le empujaba las ansias de supervivencia.
Llegó a estar a un par de brazadas de la ribera. Sin embargo, en ese instante, un saliente puntiagudo se le clavó en el costado, desestabilizándole, y haciendo que perdiera la concentración.
Cada vez, se acercaba más al abismo y, por lo visto, las cosas no se iban a poner fáciles solo deseándolo.
Mientras pensaba, no había previsto que no poseía tanto tiempo, y, cuando miró otra vez, tenía ante sí ya el final.
De repente, llegó y cayó al vacío.
Volvió a intentar a volar y agitó las alas. Esperanzas vanas, no se iban a secar en un tiempo récord.
Maldijo el momento en que decidió bajar del Cielo para poder contemplarde cerca aquella bandada de palomas, que luego resultaron cuervos, que volaba entre las nubes.
Abajo, en las oscuras aguas de la laguna que se formaba tras la catarata, le esperaba yo, La Muerte, pues me había adelantado cuando empezó a caer, después de haberle acompañado todo el recorrido.
Y cuando tocó la superficie, la gravedad le arrastró hasta el fondo, y pereció al no poder contener la respiración el suficiente tiempo como para contarlo.
Pero había cumplido su sueño antes de morir, aunque luego resultara una ilusión, y por eso, lo hizo sonriendo.

1 comentario:

  1. Buenas,
    Antes de nada, esto es un simple comentario y si no te gusta espero que no te sientas atacada, no es mi intención pero creo que me voy a meter donde no me llaman. Además sólo he leído dos relatos y con esa cantidad de información es posible que esté haciendo el ridículo. Perdón por adelantado si se da alguno de esos casos.
    Supongo que tus protagonistas son desdoblaciones de ti o de algún aspecto de tu autoconcepto. Me parece remarcable que ningún relato tenga final feliz. Yo personalmente me suelo ver reflejado en lo que leo, así que me gustaría que alguno de tus relatos tuviera un final feliz.
    Y ya que pides puntos flacos, yo sólo le veo algun que otro fallo en la gramática, pero casi no afecta a la fluidez de la lectura.

    Ahora que ya he soltado el rollo, sólo decirte que me encanta como escribes

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