viernes, 20 de diciembre de 2013

Era un día soleado cuando salió. Empezó a caminar hacia su destino con optimismo, ímpetu, ganas. Muchas ganas. Parecía que nada cambiaría eso.

El camino estaba bordeado por los distintos espacios verdes presentes en la gran población. El aire era limpio y refrescante, revitalizador. En los jardines crecían rosas, amapolas, azahares, jazmines, claveles, margaritas, tulipanes, begonias… Era un desfile de colores (y espinas).

Se oscureció el cielo y, al levantar la vista, vio que se habían presentado nubarrones. Aun así, siguió caminando y confió en que no lloviera.

Sus confianzas fueron vanas. Al rato, empezó a lloviznar. No volvió a por una protección ya que no quería perder el tiempo. La lluvia, pese a no ser fuerte, mojaba y su camiseta tenía algunas zonas oscurecidas por el agua. Tampoco se paró.

Lo que era llovizna, se convirtió en tempestad, y entonces se preocupó. Se planteó pedir un paraguas en alguna de las casas y, de hecho, lo intentó. Cuando lo hizo, se topó con su principal problema: era muda y nadie la comprendió.

Así que siguió caminando con la esperanza de llegar antes de enfermar.

La esperanza tampoco la acompañó puesto que, unos minutos más tarde, la tos la obligó a parar. No le había dado importancia anteriormente y ahora, por lo visto, iba a pagar las consecuencias.

Llegó finalmente a su destino. Calada, enferma, tiritando de frío y con una tos que daba la sensación de que le salía la vida a cada cof.

Al cabo de unos días, el resfriado se tornó neumonía pero se la diagnosticaron demasiado tarde.

Murió de que nadie quiso (o supo) ayudarla. Pusieron que no había pedido ayuda.

¡Infame mentira!

sábado, 23 de noviembre de 2013

Espejos

Contaban las leyendas que antaño existieron unos artefactos llamados “espejos”, en los que podías ver el reflejo que te ofrecía el sol.

Nadie sabía si era cierto o no, aunque ella soñaba a veces con esos “espejos” y con que, al mirarse, sonreía por lo que veía.
Sin embargo, una vez se levantaba, tenía que acordarse de que aquello eran meras imaginaciones y que los únicos reflejos permitidos eran los que te ofrecían los ojos de la gente.
Ese día, se preparó para ir como siempre al río y ofrecer sus servicios como lavandera para los ricos. Sobre todo, porque los pobres ni se podían permitir comprarse suficiente ropa como para no lavarla ellos, ni tenían el suficiente dinero como para pagarlo.
Llegó con su pastilla de jabón —“¿Cuándo se había gastado tanto? Pensaba que duraría un mes pero si llega a una semana, será un milagro”.— intentando evitar al máximo las miradas del resto de los pueblerinos.
Especialmente, del resto de su gremio.

Un monstruo horroroso, inútil, inservible, que asustaba a los niños y provocaba el asco de los adultos.

Nunca se atrevió a preguntar qué era aquello tan horrendo de su aspecto para provocar tal reacción. Y menos aún, fue capaz de reunir el valor suficiente como para mirar su reflejo en el agua. Había oído decir que se veía de manera imperfecta y, pese a eso, estaría dispuesta a descubrirlo.

La paralizaba el miedo.

“¿Y si era realmente un ser abominable?”.
La asustaba esa idea hasta el punto de impedirle mirar el agua en calma.
Procuraba guiarse por el tacto a la hora de enjabonar la ropa, y todo el proceso en sí, se limitaba a fijar la vista en un punto del horizonte. Solo se permitía a sí misma fijarse en el agua cuando estaba cubierta de burbujas —“No hay riesgo, ¿verdad?—.
Cuando volvió a su casa, se desvistió rápidamente y se metió bajo la tela harapienta que le servía de manta (si es que se podía llamar así).
Volvió a soñar con esos condenados espejos. Se despertó muy agitada.

Por la ventana, entraban los primeros albores del día. Al levantarse notó algo a sus pies. Retiró la manta y se encontró un objeto metálico. Lo cogió y empezó a darle vueltas. En uno de los giros, se fijó en que su mano —“¿Era su mano o…o qué, exactamente?”— aparecía en la superficie del objeto.
Puso la extremidad frente la superficie que parecía de plata y descubrió que una réplica exacta aparecía.
Empezó a preguntarse qué era aquello y, de repente, se acordó.

“Es…¿Espejos?”

Se dio cuenta de que aquella era la oportunidad perfecta para comprobar su reflejo. Al pensarlo, sintió un peso en el pecho, una angustia que la arrastraba a dudar si realmente quería descubrirlo.
“Pero había aparecido de la nada, ¿no? Quizás también iba a desaparecer sin avisar y, entonces, ¿qué?” Se arrepentiría, estaba segura.

Era ahora o nunca.

Cerró los ojos, intentando imaginar qué vería. ¿Qué cabía esperarse? No tenía ni la menos idea, pero suponía que algo debería justificar lo que veía en los ojos de los demás.
Puso el objeto frente su cara con los ojos todavía sin abrir, contó hasta diez —“Uno… dos… tres… cuatro… cinco… seis… siete… ocho… nueve… y diez.”—  y abrió los ojos.
Se encontró con un rostro, supuestamente el suyo, que tenía una mueca un tanto extraña.
Subió la vista hacia sus propios ojos y descubrió que  los iris tenían una coloración verdosa. Examinó su pelo: despeinado. Sabía que aquello se resolvía fácilmente.

Y le surgió inmediatamente la duda de dónde estaba aquello que producía aquel horrendo reflejo en ojos de los demás.
No lo encontraba por ninguna parte.

Quizás no lo sabría nunca.
            Quizás no lo descubriría jamás.

                        Quizás no era como la veían los demás, sino cómo se veía ella misma.

lunes, 7 de octubre de 2013

Castillos de cristal.

Alzabas la límpida mirada, 
y vislumbrabas los reflejos 
sobre aquel cristalino castillo 
que creaba con iluminados 
haces la colosal estrella.

Se trataba del más preciado tesoro, 
de la más gigantesca maravilla, 
que hubo sobre el planeta.

No obstante, ninguno de sus visitantes era consciente de un importante detalle: su fragilidad.

Y, por eso,
                 un día
                           una violenta
                                             tempestad
                                                             acabó
                                                                       con toda
                                                                                     su belleza.
Y de qué sirve
un bonito castillo                      
si es de cristal                                                
y tan frágil                                                                      
que las olas                                                                                       
lo rompieron                                                                                                         

al primer roce.                                                                                                                             

domingo, 8 de septiembre de 2013

Aliento de vida. Final.

Abrió los ojos y se empujó con todo su ímpetu hacia la superficie, para evitar que sus pulmones se llenaran de agua.
Conteniendo la respiración, avanzó por las profundidades y, aunque no estaba seguro de que podría llegar, lo hizo.
Sacó la cabeza e inhaló con todas sus fuerzas. Su cuerpo agradeció la oxigenación repentina.
Era consciente de que debía salir del cauce o a saber a dónde le llevaría la corriente. Pero para ello, tendría que nadar perpendicularmente al empuje del agua y, por mucho que lo intentara, no podía evitar que le venciese aquel coloso de la naturaleza.
Recordó que, siendo un ángel, podía probar a batir las alas y volar. Al hacerlo, descubrió que unas plumas mojadas no son especialmente propicias para el despegue.
Empezaba a pensar en rendirse.
«Quizás la corriente me lleve a alguna playa tranquila», pensó.
Miró hacia el horizonte para vislumbrar dónde acababa aquello y cayó en la cuenta de que había pecado de optimista.
Ante sus ojos, se encontraba una cascada y, por el sonido, se podía deducir que era un salto formidable. Aquello explicaba el ruido de fondo que llevaba oyendo hacía unos minutos, pero, entonces, no lo había relacionado con peligro.
Empezó a nadar, ahora con renovado ánimo, pues le empujaba las ansias de supervivencia.
Llegó a estar a un par de brazadas de la ribera. Sin embargo, en ese instante, un saliente puntiagudo se le clavó en el costado, desestabilizándole, y haciendo que perdiera la concentración.
Cada vez, se acercaba más al abismo y, por lo visto, las cosas no se iban a poner fáciles solo deseándolo.
Mientras pensaba, no había previsto que no poseía tanto tiempo, y, cuando miró otra vez, tenía ante sí ya el final.
De repente, llegó y cayó al vacío.
Volvió a intentar a volar y agitó las alas. Esperanzas vanas, no se iban a secar en un tiempo récord.
Maldijo el momento en que decidió bajar del Cielo para poder contemplarde cerca aquella bandada de palomas, que luego resultaron cuervos, que volaba entre las nubes.
Abajo, en las oscuras aguas de la laguna que se formaba tras la catarata, le esperaba yo, La Muerte, pues me había adelantado cuando empezó a caer, después de haberle acompañado todo el recorrido.
Y cuando tocó la superficie, la gravedad le arrastró hasta el fondo, y pereció al no poder contener la respiración el suficiente tiempo como para contarlo.
Pero había cumplido su sueño antes de morir, aunque luego resultara una ilusión, y por eso, lo hizo sonriendo.

sábado, 24 de agosto de 2013

Incendios de nieve.

Hacía años que había dejado de sentir. Cada vez que echaba una mirada a su interior, solo encontraba un corazón que no latía, un corazón que había perdido calor y se hallaba anclado en su lugar gracias al hielo que se había formado a su alrededor. Dentro, ya no quedaba ni un ápice de calor, y (probablemente) jamás podría vencer esas capas y capas de frío. O, al menos, eso pensaba.
Vivía su vida con una pasividad pasmosa. Los hechos se sucedían uno tras otro a su alrededor, pero ella no los procesaba como propios. Era como si estuviera viendo una película, sí, podían afectarle los acontecimientos pero al rato, perdían efecto. Y cuando los recordaba, los pensaba en tercera persona.
De esta manera, pasaban los días, y la apatía cada vez se apoderaba más de su ánimo, el hielo cubría más y más su pecho, y la indiferencia ante la idea de la muerte (o más bien, la atracción, porque supondría un cambio en esa rutina que la asfixiaba) aumentaba.

Y, entonces, apareció. Ni siquiera planeaba que aquello acabara así, pero fue un proceso tan natural, tan gradual, que cuando se dio cuenta, ya estaba calada hasta los huesos, cuando abrió los ojos, descubrió un resquicio en ese largo invierno que albergaba dentro. Tampoco se molestó en luchar, pensó que (quizás) al ignorarlo, desaparecería por sí mismo. Pero se equivocaba.

Pasó de sonreír por inercia y con una dosis alta de cinismo, a hacerlo de ilusión, de pequeñas raciones de felicidad.
Alegrías asociadas a cierto nombre, que su mera mención, le provocaba reacciones que había olvidado.
No podía decir que se había enamorado, porque no, era distinto. Era un amor como la marea, que sube y baja pero siempre se mantiene sobre la misma línea y sabes que seguirá allí aunque te esfuerces por evitarlo.

Llegó un momento que la echaba de menos. Demasiadas veces. Pero ¿qué posibilidades tenía ante tal ejemplo de humanidad increíble?

Y un día, todavía no se explica cómo, acabó confesándoselo. Pero más inverosímil fue aún, la reacción. De algún modo, acabó dejando fluir todo el torrente de emociones que llevaba conteniendo demasiado tiempo, empezó el hielo a derrumbarse, primero poco a poco, y al final, a trozos gigantescos. Le daba miedo, es cierto, pero estaba dispuesta a vencer ese miedo por esas sonrisas, por esa calidez que sentía en el pecho cada vez que le decía (o susurraba) " Te quiero", por poder contemplar esa mirada que le decía tanto y la derretía completamente, por esos besos sabor fresa, o por esa voz que la hacía sentir más viva.

jueves, 25 de julio de 2013

Aliento de vida. Dos.

Despertó con los primeros rayos matutinos. Abrió sus ojos para contemplar con hastío la jaula donde estaba encerrado, lamentándose por su falta de movimirento.
Abrió las pequeñas alas grises, y empezó a dar pequeños círculos hasta que fijó la vista en la puertecilla que me mantenía dentro.
Estaba abierta.
Podía salir. Iba a poder sobrevolar los parajes qur más se le antojasen, comer las frutas/insectos (?) que le diese la gana, anidar en el árbol más precioso de todo el bosque.
Iba a conseguir su ansiada libertad.
No sabía cuándo ni quienes la habían abierto pero eso eran detalles menores.
No tenían la más mínima importancia.
Se dirigió hacia la pequeña verja de alambre dorado.
Las ilusiones habían cegado el frágil gorrión.
Salió y cuando había avanzado diez centímetros no pudo seguir. Aleteaba pero veía con impotencia que no conseguía ningún cambio.
Intentó una última vez, estirando con fuerza, y entonces visualizó mi sonrisa. Notó que algo iba mal, que era una mueca macabra.
Y, entonces, al forzar la cadena que le mantenía sujeto a su cárcel, el mecanismo se activó, y fue atravesado por una gillotina. Murió al instante.
Cometió un error: no preguntarse quién o con qué propósito habían abierto.
Solo uno. Llevar a cabo mi misión, pues soy La Muerte.

domingo, 7 de julio de 2013

Aliento de vida. Uno.

La miraba invisible, escondida entre las tinieblas.
Frágil como una fina capa de hielo, temblaba. Y tenía sus razones.
Se encontraba entre la espada y la pared, literalmente.
El muro que se extendía a sus espaldas la había cogido desprevenida. Al estar más pendiente del filo que la amenazaba, no había calculado correctamente las distancias.
Ahora ya no tenía escapatoria.
Rodeada por dos partes, miró a su izquierda. Era una esquina («Maldita sea»), el muro se doblaba en ese punto.
En busca de un respiro, miró a su derecha. Solo vio las sombras, pues no podía saber que la esperaba. Todavía me mantenía oculta.
La punta del florete empezaba a estar peligrosamente cercana.
La desesperación no le permitió prever o pensar qué podía encontrarse y se lanzó en dirección mía corriendo.
«Es el momento» me dije.
Esperé al instante en que me iba a atropellar para hacerme notar. Cuando se fijó en mí, palideció y supo que era su final.

Sus últimas palabras fueron mi nombre.
«La muerte.»

martes, 11 de junio de 2013

Hablemos del vacío.
Hablemos del caos.
Hablemos de la nada.
Hablemos de las apariencias.

Seamos lo menos posible.
Seamos lo más vacuo existente.
Seamos lo más insustancial.
Seamos lo más sinsentido.

Muramos sin más.
Muramos sin despedidas.
Muramos sin palabras.
Muramos sin lágrimas.

(Y dejemos que el mundo nos destruya.
Y dejemos que el mundo nos gane.
Y dejemos que el mundo nos coma.
Y dejemos de luchar.)

miércoles, 5 de junio de 2013

Vida -parte 8-

Tras el sorprendente desccubrimiento vocal, lo único que me apetecía era seguir conversando para poder escuchar todas las tonalidades.

Me fascinaba hasta el punto de olvidarme de mi propia fatiga.

Se interponía cierto problema.
No sabía absolutamente nada sobre convencionalismos sociales de esta población submarina y temía ofenderle sin ser consciente de ello.
"Busno, se aprende con la experiencia, y ahora soy como un niño para ellos" pensé.
Le pregunté si podía salir a dar una vuelta y me contestó que sí pero con la condición de que le permitiese acompañarme. Supuse que sería por no perderme y le aseguré que procuraría aprender el camino para recordarlo más tarde.
Se río (otra vez, esa carcajada cristalina) y me aseguró que no era eso.
"En absoluto, no dudo de tu eficiencia, pero temo por tu vida. No sabes qué tipo de personas hay allí fuera..."

Al dejar la frase al aire, me acecharon miles de dudas.

"¿Qué podía contener esta población tan poco protegida, tan apacible, tan silenciosa, tan llena de silencio?"
Antes de que me diese cuenta, había formulado mi pregunta en voz alta.
"Si hay tan poca protección es porque procede de dentro y, para eso, no sirven ni las más altas murallas".

lunes, 3 de junio de 2013

Vida. Ciclo Dos.


Pequeños soplos de vida
-como una melodía-


que señalan la salida
de la ciudad con una brisa.

viernes, 31 de mayo de 2013

sábado, 25 de mayo de 2013

Vida. Anexo. Aclaraciones.

Buenas.

Esta entrada no se trata de un nuevo capítulo. Sensillamente, un par de aclaraciones porque mediante comentarios y demás, he visto que hay bastantes puntos que no quedan claros.

Primero. El protagonista (sí, del que no sabemos ni el nombre) es chicO. Masculino. Varias veces me han dicho "chica" refiriéndose a él y yo me ofendería en su lugar.

Dos. No hay simbolismo. Al menos, no de momento. Ejem. Es tal cual lo describe. Lo máximo de símbolos que hay son las connotaciones y eso es bastante personal y depende más de vosotros que de mí.

Tres. No sé cuántos capítulos durará. Más o menos al quince supongo que llegaré, pero puede que siga y puede que me sobren. Van sobre la marcha.

Cuatro. Esto es una propuesta. ¿Queréis que ponga al final un link a youtube con la canción que suena de fondo mentalmente para mí? Será una especie de ambientación, para crear la atmósfera de suspense, podría decirse.

Y eso es todo. Para contestar a lo cuarto, dejad un comentario o decídmelo por alguna red social. He dejado los links en el lateral derecho, como novedad.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Vida -parte 7-

Me desperté tras un par de horas de profundo sopor. Lo primero que vi fue la cara de mi anfitrión. Inmediatamente, me alcanzó un cazo con una especie de pasta o puré. Tenía tanta hambre que lo engullí en cinco minutos. Justo después de haber tragado la última gota, pensé si no debería haber desconfíado y si no podría ser venenodo.
"Sabía bien, ¿no?" me argumenté. Aun así, era consciente de que se podía disimular el sabor con suficiente condimento o, sencillamente, usando un brebaje insaboro.

Mientras yo rumiaba esto, el hombre me contemplaba. Quise agradecerle la comida y, en seguida, me asoló la duda de si me entendería. Además, hacía tiempo que no pronunciaba nada y se me había olvidado cómo era el propio timbre de mi voz.
Abrí la boca para comprobarlo y descubrí que sonaba extraña. Era como si la presión de las profundidades o la inacostumbrada atmósfera afectara el funcionamiento de mis cuerdas vocales.
Pronuncié un "Gracias" escueto hacia mi interlocutor y, por su expresión de alegría, deduje que me había comprendido perfectamente.

"De nada" contestó. La voz me llegó con una cedencia musical, melodiosa, como si brollara de una fuente.

Era como el sonido del agua, de la cascada más cristalina.

sábado, 18 de mayo de 2013

Impresionada. (Premio)

Holaaaaa.

Bueno, estoy realmente estupefacta, pero desde el blog Dentro de un Corazón me han nominado a un premio. Es la primera vez y no sé ni cómo reaccionar, realmente.


En fin, muchísimas gracias.

Mis cinco mentiras más usuales son:
1) No, no me pasa nada, solo estoy llorando porque me duele la cabeza. (Ya, ya, la cabeza...)
2) Nada, nada, no era importante. (Momento que no se me entiende y no me apetece repetir.)
3) Tengo hambre. (Aunque sea normalmente al revés, debo decir esto para evitar explicar continuamente que no conozco el hambre y sencillamente es mi hora de auto-obligarse-a-comer.)
4) No sé qué decirte... (Es más bien, "Sé qué decirte pero te dolerá y prefiero callármelo".)
5) Solo voy a dormir media hora. (A la hora de la siesta, que siempre se alarga dos horas, xD)

Las preguntas:

1) ¿Cine o DVD?
Ninguno, no tengo ningún especial interés en el cine, prefiero mi imaginación.

2) ¿Chocolate negro o blanco?
Ni siquiera soporto el blanco, es muy graso. Para mí, no hay nada que sustituya una buena tableta de chocolate noir.

3) ¿Libro único o saga?
Depende. Si tengo prisa, libro único. Si me costará encontrar toda la saga, libro único. Pero si realmente vale la pena y no es meter trama insulsa, saga.

4) ¿Caramelos o golosinas?
Caramelos ácidos.

5) ¿Película o serie?
Serie, sin ninguna duda. Al menos, perderé menos el hilo y no durará solo tres horas.

6) ¿Pizza o hamburguesa con patatas?
O yo con la boca hecha agua siendo una indecisa. Me como los dos que tengo suficiente apetito. xD

Y ahora, los nominados.

nowhere

Uno más intentando escribir.

La Tumba Del Cuervo.

Vamos a andar por los cables.

Y Cuatro Suspiros.

Espero haber elegido con criterio y-y-y eso.

jueves, 16 de mayo de 2013

Surrealista.

Primero, fuego fatuo.

Una luz que no lo es.
Una luz azulada
que brilla en la oscuridad.
Una luz de débil intesidad.

Segundo, forma ambigua.

Una silueta que no se define.
Una silueta turquesa
que se ondea en el plano.
Una silueta de engañosa claridad.

Tercero, humo asimétrico.

Una niebla que no se mantiene.
Una niebla plateada
que asciende al cielo.
Una niebla de temporal duración.

Cuarto, desilusión eterna.

Una emoción que no sonríe.
Una emoción rojiza
que palpita en el interior.
Una emoción de constante bajada.

Ya no nos queda nada...
o lo tenemos todo para perder.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Cruel y despiadadamente.


Érase un corazón roto
en mil pedazos color rojo.

Llevaban mucho tiempo, meses,
protegiéndolo de las reses.
Las pretesamente humanas
hacían heridas insanas.

Érase un corazón roto
en mil pedazos color rojo.

Destrozos irrecuperables,
daños demasiado palpables.
Muchos médicos se rindieron,
cientos de fracasos sufrieron.

Érase un corazón roto
en mil pedazos color rojo.

Ya débil era su sonido,
tarde el final fue percibido.
Nimio funeral de ceniza,
ligera tumba tinte tiza.

Fue un viejo corazón roto
en mis pedazos color rojo.

miércoles, 8 de mayo de 2013

¡1000 visitas!

Y aquí estamos.

Cuando empecé a escribir, acababa de aprender a usar un lapiz para crear palabras, frases. Mi primer relato data del 2002 y trataba, ¿cómo no?, de dos princesas hermanas a la que una le tocaba el final feliz (la trabajadora, la feúcha) y a la otra, se quedaba más sola que la una (que casualmente es la perfecta). Creo que queda más que claro la visión que tenía de mí misma ya a esa edad.

Pongámonos en el diez de julio del año pasado. Gracias a la insistencia de una amiga, decidí abrir una bitácora y mostrar al "público" lo que, hasta entonces, era una actividad oculta, casi calificada de delictiva. La primera entrada fue esta.

No ha pasado ni un año desde entonces. Recibió unas cuatro visitas en su día. Contadas. Ahora, a principios de mayo del dos mil trece, cuando dejo el enlace, media hora más tarde, tiene entre diez y treinta visitas. Algo que me parecía imposible y me sigue pareciendo increíble.

Solo quiero deciros una cosa. Gracias. En serio. Esto me ha animado a seguri muchas veces, a que, en los malos momentos, sea capaz de ver que algo hago bien.

Vida -parte 6-

Las puertas se abrieron lentamente. Pese a que creía que dentro habría bullicio, el silencio del interior era más pueblerino que cosmopolita. La quietud sugería una atemporalidad artificial.

¿Avanzaba el tiempo en este lugar? ¿Los relojes se movían?

Un carraspeo me devolvió otra vez a la realidad. Al lado del picaporte había una figura humanoide. Sin embargo, tenía algo en su aspecto muy llamativo. Quizás era la desproporción entre sus piernas y el torso.

Quizás era algo en su expresión.

Me miró durante un instante que me pareció eterno. Fue como su hubiera examinado mi ser y, a partir de eso, hubiera tomado su decisión.
Con un gesto, me indicó que le siguiera.
"¿Era seguro?" me pregunté.

Me lancé al vacío, otra vez.

A medida que avanzábamos por entre las calles, veía una serie de miradas furtivas desde varias casas.
Por alguna razón, me temían.
Una atrevida niña (o incrédula) atravesó una callejuela por delante nuestra. Comprobé que la desproporción era típica en su fisonomía.

Llegamos a una pequeña edificación de solo una planta, con techo plano. Las paredes eran completamente blancas, encaladas.
Al entrar, todo el hambre, la sed, y el cansancio de los últimos días me golpeó de repente y caí, moribundo, al suelo.
El guardia me arrastró con ciertas dificultades hasta la única cama que había en la habitación, cerré los ojos y un pesado sueño se apoderó de mi mente.

martes, 30 de abril de 2013

Hasta nunca.

No me esperes,
adiós.
Me alejaré,
y huiré,
y desapareceré,
y no volveré.

-Sin ti, sin tus sueños-

No me busques,
jamás.
Me esconderé,
y mimetizaré,
y no te encontraré.

-Sin ti, sin tus huellas-

No me llames,
nunca.
Me aislaré,
y no contestaré.

-Sin ti, sin tu voz-

No me mientas,
más.
Me ensordeceré.

-Sin ti, sin tus velos-

No me edulcores
la realidad.

-Sin ti, sin tus ilusiones-

jueves, 25 de abril de 2013

Vida -parte 5-

Desperté un tiempo después, aunque no recordaba el momneto exacto en que me había dormido.

La última imagen que conseguía era un cielo estrellado. Precioso.

Levanté la vista en un intento de conocer la hora exacta.

Agua. Estaba rodeado de agua. Encima mía, había una especie de cúpula de algún material transparente (¿Cristal, podría ser?) que mantenía una atmósfera respirable en las profundidades acuáticas.
¿Quien lo habría creado? pensé.

Repuesto ya de la sorpresa inicial, empecé a caminar para encontrar vida, comida, o el límite de aquello.

No podía ser infinito.

A medida que andaba, aparecían diversas plantas de extraños colores que podían ser comestibles, pero también existía el peligro de envenenamiento al que no quería arriesgarme.
Había, además, una especie de huertos cultivados lo que me aseguraba la existencia de seres inteligentes. Sin embargo, no via a nadie.

¿Dónde vivían?

Seguía avanzando pese al cansancio de varios días pero no podía rendirme ahora que había encontrado la posible salvación.

Escalé una pequeña elevación y, tras ella, descubrí una muralla que, desde mi posición, pude contemplar que contenía casas.
Con la emoción del momneto, apareció una energía en mí que no creía posible por las penurias y corrí hasta alcanzarla.
En la puerta de la ciudad, llamé.

No había guardias en el exterior.

martes, 23 de abril de 2013

Replanteamiento.

Buenos días y feliz día del libro.

Sé que hace un mes escaso, dije que intentaría subir dos entradas por semana; una, los lunes y otra, los jueves. Pues he descubierto que podía mantener ese ritmo en periodo de vacaciones, pero que, ahora, en pleno último trimestre y finales, no me conviene. Puedo hacerlo, pero van antes cosas que considero más importantes y por eso, no lo voy a cumplir.

Intentaré que haya algo cada jueves, pero tampoco prometo nada. Puedo daros mi palabra de que cada semana (el día es otro asunto) subiré.

Y eso es todo.
Gracias.

jueves, 18 de abril de 2013

La condesa.

Bella, joven doncella contratada,
¿sabes lo que te espera en tal casa?
¿qué es? ¿Quién es aquella deforme masa?
¿Y qué es? ¿De qué es esa bebida dada?

No abras esos lúgubres aposentos.
No preguntes por la negra leyenda.
¿Seguirás, tentarás la oscura senda?
Preguntas sin soluciones, a cientos.

Ves, acompaña a la grácil señora,
ves, enfréntate a la curiosidad.
Acabas de firmarte tu última hora.

En el vil líquido introducida:
"Dijo: 'Te serviré con lealtad',
y me dio su roja alma por mi vida".


lunes, 15 de abril de 2013

Buenos días.


Buenos días, tardes, noches, la hora que tengáis:

Supongo que sois conscientes de que detrás de estas publicaciones más o menos periódicas, hay una persona que se encarga de hacerlo, con su previa preparación, y estrujamientos de cabeza.
Pues bien, siento comunicaros que esta persona, es decir, yo, también le afectan las enfermedades. Con esto, quiero deciros que no hay poema hoy, pese a que es lunes, y (supongo) tampoco habrá nada el jueves. El motivo es un dolor de cabeza tal que impide juntar dos palabras seguidas con un mínimo de cadencia e impersonal, a la vez.

Gracias por seguir leyendo, y deseo que para la semana que viene (o antes, si es posible) haya conseguido escribir algo.

miércoles, 10 de abril de 2013

Vida —parte 4—


Mi cuerpo se disparó hacia la superficie, después de haber estado bajando diez metros en los que no había reaccionado.

Fue un timepo precioso que perdí. Demasiado.

La tempestad, sin embargo, no había suevizado, sino que, al contrario, convertido en una bestia indomable.
Los truenos eran como rugidos interiores, aterrorizadores. Los rayos, más que iluminar, sumían en la completa ceguera, ya que las pupilas no tenían tiempo para acostumbrarse.

Pero iba a mejorar. ¿O no?

Seguía pataleando para evitar hundirme pero eso no podía evitar que, a veces, el agua invadiera mi boca e, incluso, mis fosas nasales. Escocía.
No creía en los milagros y dudaba mucho que apareciese de la nada alguna salvación. A lo máximo que aspiraba, era que las olas me acunasen hasta una costa que, con suerte, contuviera alimentos.

Me lo jugaría a todo o nada, me dejaría llevar.

lunes, 8 de abril de 2013

Me he quedado sin títulos


—Despojo humano,
cuerpo putrefacto,
títere exánime,
háblame.

—Idiota invisible,
regazo de mimbre,
belleza ajada,
calla.

»¿Y qué decir ya,
si la voz muerta yace?
¿Y qué gritar más,
si la ilusión no pervive?

jueves, 4 de abril de 2013

Vida — parte 3—


De un momento a otro, el cielo se llenó de oscuras nubes de tormenta, tapando el comienzo del día.

Si me guiaba por la oscuridad, seguía pareciendo de noche.

No me agradaba la idea, pero era consciente de que debía empezar a avanzar de nuevo, ya que no me podía permitir ni la pérdida de tiempo, ni la de energia.
El único problema que se me planteaba ahora es que sin la ayuda del Sol, era más difícil guiarme y saber si iba por el camino correcto, si me había desviado, o si estaba yendo en círculos.

Decidí confiar en el futuro incierto.

Mal hecho (o bien, según con qué cristal se mire) pues poco más tarde, empezó a diluviar, convirtiendo así la superficie tranquila y clara, en una oscura y siniestra. Los animales que habitaban en el agua, y antes me habían parecido tan apacibles, ahora se tornaban peligrosos.
Decidí no luchar contra la corriente y dejarme llevar por ella, y quizás por un golpe de suerte, me llevase a una costa segura.
Pero no salió como esperaba. La insegura “barca” (si es que se podía llamar así) empezó a moverse al ritmo de las salvajes olas. Pronto, me vería en las mismísimas aguas que temía.

La muerte parecía inmitente.

Continuará... (Que sí, que no me lo creo ni yo, pero no acaba allí, que vive, VIVE.)

lunes, 1 de abril de 2013

Cadenas.


Al fondo del pozo, estaba encadenado.
Más abajo, nada más que profunda oscuridad,
si levantabas la vista un instante, el final anhelado.

Luchaba siempre, día y noche, a todas horas,
en la más desolada e infeliz soledad.
Las luces del final brillaban, eran encantadoras.

Una mañana, una grata sorpresa le esperaba.
Gritó “Quiero salir de esta oquedad”.
De los grilletes oxidados se liberaba.

El esperado ascenso se volvió inolvidable,
era como si desapareciese toda adversidad.
En su rostro, solo el rastro de una sonrisa afable.

Cuando tocaba el final, cuando ya alcanzaba,
se convirtió en su contra el cosmo, la inmensidad.
Miles de tentáculos se alzaron, se desvaneció el alba.

Desesperanza era su nuevo lema, su nuevo lema.
Con el paso del tiempo, la ceguera ya no es novedad,
¿quién era para ir contracorriente? Un solo hombre.

jueves, 28 de marzo de 2013

Tangible.


Se sentía como en un laberinto sin salida.
Trataba de olvidar un nombre, y se le olvidaban miles de cosas más, pero no eso.
Se le olvidaba el tiempo.
Se le olvidaba el comer.
Se le olvidaba su propio nombre.
Se le olvidaba dónde estaba.
Se le olvidaba el mundo, pero no podía arrancarse la cabeza un simple nombre, que quizás  representaba su mundo.

Seguía divagando entre la realidad y el sueño. Ya no distinguía cuándo soñaba y cuándo podría recordar eso como recuerdo. Intentaba averiguarlo, pero, a veces, se atravesaba la mano y solo entonces era consciente de lo oníricos que eran los acontecimientos. O se creía en una pesadilla a pesar de cerrar y abrir los ojos, desesperadamente, tratando de despertar.
Era imposible. Se gritaba a todas horas “¿Qué es la realidad?” para que solo una voz interior le contestara también a gritos “La excusa para no creer y renunciar a tus sueños. Excusa de tontos, pusilánimes, no caigas tú también”.

Cada mañana, llevaba un centímetro más de ojeras en su cara de eterna vampiresa que se alimentaba a base de odio, sus ojos adquirían el brillo enfermizo de la locura sin poder pararlo y ni siquiera podía aliviarse con café, ¡lo odiaba! Nadie se daba cuenta, y, los pocos que lo hacían, eran los que conseguían sacarla de su eterno estado de indiferencia. “Pero ¿a quién realmente le importaba?” sonaba en su cabeza como una dulce melodía, mientras en su rostro aparecía ese deje de melancolía que arrancaba suspiros sin ser consciente de ello.

Vuelta al punto de inicio. “¿Qué es la realidad?” El último día, encontró la respuesta.
La felicidad.

Cartas que nunca fueron enviadas.


Querida Nada:
Últimamente, muchas veces me dicen que sirvo para ti, para Nada. También mencionan tu mellizo, Nadie. Que estoy en compañía de Nadie. Dale las gracias de mi parte por aguantarme todos los días, no sé cómo lo hace. ¿No se cansa de mí?
Otra cosa, ¿dónde vives? Si estoy a tu servicio, si prácticamente soy tu esclava, no sé cómo llego a tu casa. ¿Me teletransporto en sueño, quizás?
Respóndeme estas preguntas por favor, antes de que sea demasiado tarde.

Atte.: Tu amiga.

lunes, 25 de marzo de 2013

"Dulces sueños, bella durmiente!"

Ese andar desacompasado,
de muerta viviente,
de muñeca rota,
que te acompañaba siempre;
mientras yo te contemplaba
y me veía impotente.

Te caías una y otra vez,
y cuando te levantabas,
una nueva fisura, una grieta
más, que ocultar intentabas;
mientras yo te observaba
y miraba cómo sangrabas.

Aunque tú lo niegues, mi reina,
ya has sido desechada.
Callabas demasiado entonces
entre tus jerséis de algodón y lana;
mientras yo te lloraba
y era tu declive, mi hada.

Tres días más tarde,
fue tu funeral recordado,
pero tú aún no lo sabías,
que el final se había aproximado;
mientras yo te preparaba
tu último beso envenenado.

sábado, 23 de marzo de 2013

Vida —Parte 2—


Después de haberme pasado todo el día remando y contemplado el supuestamente precioso atardecer que no pude apreciar, el hambre y la sed— especialmente la sed— eran síntomas fácilmente perceptibles, así que retiré los brazos de la superficie marina y me eché a descansar.

No tenía otra posibilidad.

El silencio de la noche estaba siendo continuamente interrumpido por el sonido de mi estómago y la frustación por ello empezaba a despuntar en mi pecho.

—Es como el perro del hortelano, ni come ni deja comer— pensé en voz alta.

Y era cierto. No podía comer pero, además, tampoco disfrutaba de la quietud nocturna.

Las circunstancias no eran muy favorables.

Sin embargo, poco más tarde, el sueño venció y perdí la noción del tiempo.

Fue un sueño intranquilo, convulsionado, y me desperté con una sensación de mareo que me impedía razonar de manera fluida.

No había amanecido pero, mirando hacia el este, ya aclaraba con los primeros rayos del astro rey.

Reconfortaba la visión de la luz.

domingo, 17 de marzo de 2013

Episodio final.


Entre tinta,
gritaba.
Era la única
que escuchaba.

¿No te has cansado
de esperarme?
¿No te has hartado
de ausentarme?

Dejé de jurarme
el seguir,
cuando vi
lo veloz que fui
para alejarme.


sábado, 16 de marzo de 2013

Letras y besos de sangre.

Había desaprendido a distinguir el sueño
de la vigilia.
Había desaprendido a distinguir la mentira
de la sinceridad.
Había desaprendido a distingui el amor
del odio.
Y decició que, al final, solo es reallo imaginado, porque el resto está poblado de mentiras.

martes, 12 de marzo de 2013

Fuego.

El poder destructor contemplaba
de Guerra, un ente descontrolado.
Solo ruinas y terror sembraba,
abre los ojos, en ambos lados.

Se duerme con el toque de queda,
primera explosión despertante,
se refugian en la arboleda.
Es miedo y miseria latente.

¿Realmente existe la feliz paz,
la conocerá la terrenal faz?
¿O serán como un animal rapaz?

¿Sacumbir a la debilidad,
o seguir combatiendo sin final?
Es el eterno dilema letal.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Efímero.

Aquel día despertó y se encontró con una sorpresa.

La otra cama de su habitación en el hospital había sido ocupada.

Esperó a que se despertara y se presentaron. Nívea se llamaba y padecía del mal conocido como "huesos de cristal". Aunque no se lo preguntó, la joven supuso cuál era su enfermedad pues saltaba a la vista. El letal cáncer.

Fueron unos días de feliz convivencia. Estar solo era más fácil, quizás, pero otorgaba demasiado tiempo libre, demasiada soledad, y aburrimiento, mucho aburrimiento.

Con la aparición de la chica, descubrieron las largas noches de insomnio compartidas, las penas ajenas cuando te afectan, las risas que iluminan los amaneceres, los intentos de chiste cuando pretendes alegrar a otro, descubrieron la felicidad incluso estando ingresados.

Aun así, poco duró. Sabía desde hace varios meses que le quedaban, a lo sumo, un par de años de vida. Pero todo se precipitó.

Un día, Nívea despertó y se encontró una sorpresa. En la otra cama, había muerto, con una sonrisa celestial. Y se rompió.

martes, 5 de marzo de 2013

Malas pesadillas.

Hola, de nuevo.

Esto ya es rutina, pero aquí os dejo mi nueva entrada en Cuatro Suspiros.

Espero que la disfrutéis.

lunes, 25 de febrero de 2013

Vida -parte 1-

Desperté.

Me encontraba en el interior de un viejo baúl de madera pero, tal y como estaba de espaldas, no era capaz de concretar dónde estaba.

Después de luchar contra el entumecimiento de mis músculos, contra la resistencia que ofrecían las articulaciones tras mucho tiempo sin moverlas, conseguí levantarme.

Al asomarme por el borde, casi me caigo de la sorpresa.

A la deriva.

Todo lo que veía a mi alrededor se comprendía de agua, más agua, y más agua.

Golpeé un poco el suelo para comprobar si estaba sujeto el baúl a alguna base, pero rápidamente comprobé que como siguiera agitándome de esta manera tan brusca, se llenaría, llevándose consigo cualquier posibilidad de sobrevivir.

Empecé a pensar cuántos días podía seguir así, sin comida, agua potable, en la más absoluta nada.

  —Poco— se me escapó en voz baja.

Dos o tres días a lo sumo.

 —Bueno— pensé—, al menos planteemos cómo podemos cambiar esta situación. Rendirse tan rápidamente no es correcto.

Asomando mis brazos por la proa, comencé a bracear, intentando desplazarme lo más rápido posible.

Debía haber tierra firme en algún lugar, y haría todo lo posible para llegar.

jueves, 7 de febrero de 2013

¿Te acuerdas?

¿Te acuerdas? Empezamos a hablar por curiosidad, por aburrimiento, por tener demasiado tiempo libre y no saber cómo llenarlo.
¿Te acuerdas? Hablábamos todos los días, como si nos conociésemos desde siempre.
¿Te acuerdas? Me prometiste que jamás te cansarías de hablar conmigo. Que nunca te aburrirías de sacarme tema.
¿Te acuerdas? Nuestros horarios se volvieron incompatibles, cada vez hablábamos menos, pero yo aún no me había dado cuenta.
¿Te acuerdas? Me dijiste que me echabas de menos, pero no hiciste nada para remediarlo.
¿Te acuerdas? Se volvió en un vicio, una droga, escuhar tu voz. La ansiaba demasiado.

¿Lo ves? Ya te has cansado de mí, ya me alejas de ti como si fuera una enferma de la peste.

¿Lo sientes? No es solo tu culpa. Es tan mía como tuya. Por haberte dejado que entres en mi mundo, por haberte invitado a que formaras parte de él sin tomar precauciones, sin saber nada de ti.

¿Te  aviso? Me alejaré de ti, cuando te abandonen no vuelvas a mí, olvídate de mi nombre, de mi existencia.
Será como si jamás hubiera formado parte de tu vida.



lunes, 28 de enero de 2013

Lluvia.

Tiemblan mis manos
al descubrir los engaños,
pues me lleno de rabia.

Caen las gotas
al ver las promesas rotas,
pues me empaño de dolor.

Suenan latidos
al ver morir los habidos,
pues me embarga el rencor.

miércoles, 16 de enero de 2013

Reloj de arena

Espera hasta el momento
perfecto.
Traición en un instante
impactante.

Destrozos en un segundo
inmundo.
Lágrimas de mi sangre
goteante.

Lechos de rocío,
cariño.
Tumbas de solo horas
encantadoras.

sábado, 5 de enero de 2013

Purgatorio.

Volvía a perseguirme. No le veía, pero podía intuir su presencia a través de la densa niebla y aquello lo convertía en más aterrador todavía que si le pudiera ver el rostro.
Dejé mis cavilaciones en ese instante y seguí corriendo con toda la velocidad que podían adquirir mis piernas. A lo largo de los años, había aprendido que la rapidez no era precisamente mi fuerte y que mi sentido del equilibrio podía traicionarme en cualquier momento. Aún así, decidí confiar en mi suerte, pues otra cosa no podía hacer, e intenté correr más rápido. Sin embargo, cada vez que lo hacía, sentía que los objetos a mi alrededor se movían con más lentitud.

―O quizás es solo una ilusión óptica― me dije en un segundo de vacilación.
Lamentablemente, no resultó cierto.
Al rato, me empecé a cansar y correr se hacía cada vez más imposible. Además, me di cuenta de que comenzaba a pisar con más inseguiridad e indecisión, lo cualme convertía en la víctima perfecta.
Justo en ese momento, no sé qué hice exactamente, pero me caí de bruces al suelo. El impacto apenas fue perceptible, sobre todo cuando estaba más que acostumbrada a ello. Lo que realemente me preocupaba era la pérdida de tiempo que suponía.
Me giré para poder levantarme pero ya era demasiado tarde. Me había alcanzadoy sentía su viscosa mano alrededor de mi tobillo.
Levanté la cara con el pensamiento de que, si iba a morir, me merecía saber quién era por lo menos.
Craso error, hubiera vivido mejor en la ignorancia.
Cuando le vi la cara, empecé a chillar con toda la fuerza que podían alcanzar mis pulmones y...
Me desperté.
No supe dónde estaba en un primer intento de ubicarme pero luego reconocí la vaga silueta del escritorio, la cama, y demás muebles harto conocidos míos que conformaban mi habitación.
―Solo ha sido una pesadilla. Solo una maldita pesadilla― pensé.
Y era verdad. Había sido una pesadilla pues ellas se habían convertido en mi eterna y perpetua condena, al parecer.