lunes, 1 de abril de 2013

Cadenas.


Al fondo del pozo, estaba encadenado.
Más abajo, nada más que profunda oscuridad,
si levantabas la vista un instante, el final anhelado.

Luchaba siempre, día y noche, a todas horas,
en la más desolada e infeliz soledad.
Las luces del final brillaban, eran encantadoras.

Una mañana, una grata sorpresa le esperaba.
Gritó “Quiero salir de esta oquedad”.
De los grilletes oxidados se liberaba.

El esperado ascenso se volvió inolvidable,
era como si desapareciese toda adversidad.
En su rostro, solo el rastro de una sonrisa afable.

Cuando tocaba el final, cuando ya alcanzaba,
se convirtió en su contra el cosmo, la inmensidad.
Miles de tentáculos se alzaron, se desvaneció el alba.

Desesperanza era su nuevo lema, su nuevo lema.
Con el paso del tiempo, la ceguera ya no es novedad,
¿quién era para ir contracorriente? Un solo hombre.

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