No, no puede ser. Debo ser como los demás.
No, no puede ser. ¿O sí?
(Sí fue.)
El segundo golpe, la aceptación.
Pero bajito. No debe saberlo nadie.
Pero bajito. ¿Y por qué no puedo gritar?
(Asfixiaba.)
El tercer golpe, las pérdidas.
Otro que se aleja. Quizás es culpa mía.
Otro que se aleja. O nunca valió la pena.
(Qué tóxico.)
El cuarto golpe, la casa.
Solo que no llegó. A cambio un "¿Y?".
Solo que no llegó. "No te vamos a querer menos".
(Este no-golpe también acabó en lágrimas.
Sin embargo, eran distintas de las anteriores porque fueron con la dulzura de la felicidad.)
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Nota: la idea no es mía, sino que de @amargadacuqui, yo solo he puesto las palabras.