Párate a pensar un momento y fíjate en tu corazón. ¿Lo sientes lleno de cortes, que cicatrizaron y parece que te cuenten una historia? Entonces éste es tu lugar. Gracias por molestarte en leerme.
martes, 2 de diciembre de 2014
I
sábado, 25 de octubre de 2014
A golpes
miércoles, 15 de octubre de 2014
Psicosis
miércoles, 23 de julio de 2014
Corazones y resortes
A cambio, obtuvo un corazón de latón. Era del tamaño perfecto, había sido fabricado a medida. Sin embargo, tenía un fallo: Había que cuidarse de que las piezas estuviesen relucientes y con aceite siempre, o podían saltar resortes y Dios sabe qué más entre las entrañas. Eso hubiera desencadenado consecuencias catastróficas, empezando por hemorragias internas y acabando por tener que explicar a médicos qué hacía una caja de metal en el lugar de la usual masa de carne vital.
Era más cómodo así: Pese a que tenía que limitar el número de emociones por segundo, sabía que podía sustituir piezas en cualquier momento. Y mientras ni se ahogara ni su cerebro fallara, podía ser incluso inmortal. La idea no tentaba, había visto lo suficiente como para saber que no iba a cambiar el mundo ni en cincuenta ni en cien años.
El único problema que se le planteaba eran los sentimientos. Un corazón de acero inoxidable antihuellas no admitía sentimientos propios. Se lo advirtieron al comprarlo y pensó que no sería molestia, pese a que más tarde descubrió que sí. Solo podía tener sentimientos de segunda (o tercera...) mano. Sí, sí, tal cual. Había un mercado negro de sentimientos en uno de los barrios menos seguros de cada ciudad. Ibas y pedías el que querías. Podían estar en mejor o peor estado, pero el principal fallo era que o arrastraban recuerdos de la persona anterior o era imposible controlarlos. Eso creaba muchas situaciones bochornosas: Dejà-vús con desconocidos para su mente pero no para su corazón, o impetús incontrolables para hacer acciones que, racionalmente, jamás haría.
Aun así, no se arrepentía de aquella noche: A su corazón original le quedaban horas gracias al peso de la bilis del odio y el veneno de la rencor.
miércoles, 14 de mayo de 2014
Rabia, fiera entre fieras.
Todo eso le venía a la mente cansada de Rabia, mientras estaba acorralado por los lobos de la otra ladera. No le miraban especialmente amigables; más bien, era una sonrisa macabra donde los colmillos brillaban a la luz de la luna llena.
Rabia estaba en territorio ajeno porque, finalmente, su camada lo había rechazado. Realmente, rechazado no era la palabra: lo habían desterrado. Pero, previamente, tuvieron la gratitud de atacarle mientras dormía, alejado del resto, puesto que siempre le trataban como si transmitiese una enfermedad letal. El ataque lo había dejado débil, herido, y con mucho rencor acumulado. O quizás, solo había sacado a flote el que ya tenía.
Había huído hacia ahí sabiendo que no le iban a aceptar, sin embargo, prefería ser atacado por extraños. Aunque eran extraños, la chispa de odio que veía en sus ojos se le hacía familiar.
Rabia intentó mostrarse amenazante pero el cansancio vencía y, tras haber corrido a lo largo de toda la tarde, no le quedaban muchas fuerzas.
Entendió que había llegado la hora de despedirse del mundo. No pensaba en los vivos, sino que en la naturaleza, que siempre había sido más bondadosa.
Recordó el riachuelo donde jugaba con ese pequeño lobo con heridas, que solía imitar sus movimientos.
Recordó el viento que acariciaba sus orejas y le indicaba dónde estaban las mejores presas.
Recordó la luna que tanto le sonreía en sueños.
Un gruñido lo devolvió de las ensoñaciones. Comprendió que estaba rodeado de fieras, y que él era una fiera, también, pero una fiera cansada, débil, y herida.
Su cuerpo, cuando amaneció, sirvió como manjar para los cuervos del bosque.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Bálsamo y paraíso
«¡Qué remedio!» me dije.
Ironía, ante todo, porque me había quedado sin, precisamente, eso: un remedio. Era un remedio temporal, un parche, un bálsamo para aliviar el dolor, un analgésico. Nada que curase, es decir, solo posponía la muerte. Porque era inevitable, ¿o no?
Ahora sentía como si unas garras invisibles me atravesasen el cuello, y la garganta, por dentro, como una lija, entorpecía mi respiración. Esta era lenta, pesada, dificultosa.
«Y, ahora, ¿qué?» seguí.
Nada. Ahora nada. Las garras no encontrarán nada que les evite hacer a su antojo con el cuerpo. ¿O era el corazón lo que querían? ¿Qué buscaban? Si era mi alma, la vendía. A cambio del descanso en el paraíso. Terrenal, tenía que ser ese paraíso. Les podía dar las señas de ese lugar, pues lo había conocido, y me lo habían arrebatado.
Qué lejos quedaba, ahora.
Tosí.
Era la bilis, otra vez. Consecuencias. Meras consecuencias. De nuevo, subía – «Mi queridísima bilis, qué ansias de ir contra la gravedad.» – y me nublaba, porque nunca colmaba. No se puede colmar de ácido porque quema y, por lo tanto, desaparece el recipiente a su paso. A menos que sea un recipiente adecuado. Un cuerpo (orgánico, con fallos, límites químicos muy frágiles, la nada, la vida) no lo era.
«Adorado paraíso, ¡no te alejes más, por favor!» le grité al vacío.
¿Alguien me escuchaba? ¿El vacío está vacío o van a él los deseos irrealizables? Si es así, debía de poseer una parcela importante. «¿Quiere 2 m³ de vacío, madame?» ¿Sería suficiente? Tampoco lo quería llenar, porque aquellos deseos que fueran allí, perderían aquí. O los perdería yo.
(No) Es el fin. Telón.
miércoles, 30 de abril de 2014
Deseos
y, como polvo, desvanecerme,
esparcirme y ser arrastrada
plácidamente.
Quizás, fuera mejor ser viento,
y, como viento, controlar
el vasto océano,
sin temer las tempestades.
O ser huracán,
y, como huracán, arrancar
de cuajo, edificios mal construidos,
y obligar a mejorar.
Quisiera poder limpiar
el mundo de daño,
sin olvidar que existió
para no repetir errores.
miércoles, 5 de febrero de 2014
[Número]
y la aceptaste
y la abrazaste
y la rodeaste con tu calidez
bellísimas esculturas de humo.
Apenas duraban visibles
pero su efecto subsistía largamente.
y preferí disfrutar
las nimias, constantes,
las que atraviesan el tiempo (sin [des]aparecer).
que encajaron maravillosamente
y, sin chocarse,
vuelven a encontrarse a la noche.
de luz, ilusión,
y llenan de feliz harmonía
sin apenas esfuerzo.
« ...y te convertiste en poesía... »
viernes, 20 de diciembre de 2013
sábado, 23 de noviembre de 2013
Espejos
lunes, 7 de octubre de 2013
Castillos de cristal.
sábado, 24 de agosto de 2013
Incendios de nieve.
Hacía años que había dejado de sentir. Cada vez que echaba una mirada a su interior, solo encontraba un corazón que no latía, un corazón que había perdido calor y se hallaba anclado en su lugar gracias al hielo que se había formado a su alrededor. Dentro, ya no quedaba ni un ápice de calor, y (probablemente) jamás podría vencer esas capas y capas de frío. O, al menos, eso pensaba.
Vivía su vida con una pasividad pasmosa. Los hechos se sucedían uno tras otro a su alrededor, pero ella no los procesaba como propios. Era como si estuviera viendo una película, sí, podían afectarle los acontecimientos pero al rato, perdían efecto. Y cuando los recordaba, los pensaba en tercera persona.
De esta manera, pasaban los días, y la apatía cada vez se apoderaba más de su ánimo, el hielo cubría más y más su pecho, y la indiferencia ante la idea de la muerte (o más bien, la atracción, porque supondría un cambio en esa rutina que la asfixiaba) aumentaba.
Y, entonces, apareció. Ni siquiera planeaba que aquello acabara así, pero fue un proceso tan natural, tan gradual, que cuando se dio cuenta, ya estaba calada hasta los huesos, cuando abrió los ojos, descubrió un resquicio en ese largo invierno que albergaba dentro. Tampoco se molestó en luchar, pensó que (quizás) al ignorarlo, desaparecería por sí mismo. Pero se equivocaba.
Pasó de sonreír por inercia y con una dosis alta de cinismo, a hacerlo de ilusión, de pequeñas raciones de felicidad.
Alegrías asociadas a cierto nombre, que su mera mención, le provocaba reacciones que había olvidado.
No podía decir que se había enamorado, porque no, era distinto. Era un amor como la marea, que sube y baja pero siempre se mantiene sobre la misma línea y sabes que seguirá allí aunque te esfuerces por evitarlo.
Llegó un momento que la echaba de menos. Demasiadas veces. Pero ¿qué posibilidades tenía ante tal ejemplo de humanidad increíble?
Y un día, todavía no se explica cómo, acabó confesándoselo. Pero más inverosímil fue aún, la reacción. De algún modo, acabó dejando fluir todo el torrente de emociones que llevaba conteniendo demasiado tiempo, empezó el hielo a derrumbarse, primero poco a poco, y al final, a trozos gigantescos. Le daba miedo, es cierto, pero estaba dispuesta a vencer ese miedo por esas sonrisas, por esa calidez que sentía en el pecho cada vez que le decía (o susurraba) " Te quiero", por poder contemplar esa mirada que le decía tanto y la derretía completamente, por esos besos sabor fresa, o por esa voz que la hacía sentir más viva.
martes, 11 de junio de 2013
Hablemos del caos.
Hablemos de la nada.
Hablemos de las apariencias.
Muramos sin más.
Muramos sin despedidas.
Muramos sin palabras.
Muramos sin lágrimas.
jueves, 16 de mayo de 2013
Surrealista.
que brilla en la oscuridad.
que se ondea en el plano.
que asciende al cielo.
Una emoción rojiza
que palpita en el interior.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Cruel y despiadadamente.
en mil pedazos color rojo.
protegiéndolo de las reses.
hacían heridas insanas.
en mil pedazos color rojo.
daños demasiado palpables.
cientos de fracasos sufrieron.
en mil pedazos color rojo.
tarde el final fue percibido.
ligera tumba tinte tiza.
en mis pedazos color rojo.
miércoles, 8 de mayo de 2013
¡1000 visitas!
Cuando empecé a escribir, acababa de aprender a usar un lapiz para crear palabras, frases. Mi primer relato data del 2002 y trataba, ¿cómo no?, de dos princesas hermanas a la que una le tocaba el final feliz (la trabajadora, la feúcha) y a la otra, se quedaba más sola que la una (que casualmente es la perfecta). Creo que queda más que claro la visión que tenía de mí misma ya a esa edad.
Pongámonos en el diez de julio del año pasado. Gracias a la insistencia de una amiga, decidí abrir una bitácora y mostrar al "público" lo que, hasta entonces, era una actividad oculta, casi calificada de delictiva. La primera entrada fue esta.
No ha pasado ni un año desde entonces. Recibió unas cuatro visitas en su día. Contadas. Ahora, a principios de mayo del dos mil trece, cuando dejo el enlace, media hora más tarde, tiene entre diez y treinta visitas. Algo que me parecía imposible y me sigue pareciendo increíble.
Solo quiero deciros una cosa. Gracias. En serio. Esto me ha animado a seguri muchas veces, a que, en los malos momentos, sea capaz de ver que algo hago bien.
martes, 30 de abril de 2013
Hasta nunca.
adiós.
Me alejaré,
y huiré,
y desapareceré,
y no volveré.
jueves, 18 de abril de 2013
La condesa.
¿sabes lo que te espera en tal casa?
¿qué es? ¿Quién es aquella deforme masa?
¿Y qué es? ¿De qué es esa bebida dada?
No abras esos lúgubres aposentos.
No preguntes por la negra leyenda.
¿Seguirás, tentarás la oscura senda?
Preguntas sin soluciones, a cientos.
Ves, acompaña a la grácil señora,
ves, enfréntate a la curiosidad.
Acabas de firmarte tu última hora.
En el vil líquido introducida:
"Dijo: 'Te serviré con lealtad',
y me dio su roja alma por mi vida".
lunes, 8 de abril de 2013
Me he quedado sin títulos
lunes, 1 de abril de 2013
Cadenas.
en la más desolada e infeliz soledad.
era como si desapareciese toda adversidad.
se convirtió en su contra el cosmo, la inmensidad.
¿quién era para ir contracorriente? Un solo hombre.