Bueno, hola.
Os dejo el enlace de mi segunda colaboración (y yo diría que hay en camino una tercera) pero antes de que la leáis (o no) un comentario. Sí, me comento yo misma.
El relato tiene su parte de realidad y parte de ficción. Léase, mi máxima siempre ha sido (y sigue siendo) nunca creer en los cuentos de hadas. A medida que crecí, además, dejé de creer en los finales felices (y esto sigue siendo así).
Así que, queda muy bonito decir que sí, cuando en mi propia cabeza me grito que soy muy mentirosa diciendo eso a la gente. De todos modos, si alguien quiere vivir de ilusiones, allá él. No lo recomiendo, pero...
Y una última cosa, la foto es de Mel. Una amiga muy especial para mí, uqe da la casualidad de que conocí a través de ese blog. Pero, ella también escribe (aunque no le guste lo que le sale). Y yo le hago publicidad, porque soy cabezota y porque sé que de vez en cuando, alguien nos tiene que dar un empujoncito. Ah, el enlace.
Párate a pensar un momento y fíjate en tu corazón. ¿Lo sientes lleno de cortes, que cicatrizaron y parece que te cuenten una historia? Entonces éste es tu lugar. Gracias por molestarte en leerme.
Está precioso el relato :).
ResponderEliminarYo sí creo en los finales felices. Es más, cuando escribo una historia, no puedo terminarla mal. Simplemente no puedo.
Creo en que hay que ver las cosas de forma positiva para que estas lo sean. Si desde el vamos pensamos que no hay finales felices, no los va a haber.
No digo que todo el tiempo, pero a veces vivir de las ilusiones nos hace bien, aunque sea un poco :).